LA EDAD DE ORO ...Y DESPUÉS

1920-1930 El tango vuelve a casa.

En 1920 el tango había evolucionado hasta llegar a ser aceptado en casi todos los niveles de la sociedad argentina. La que había sido danza de compadritos se convirtió en el elegante tango de salón.

Entonces el país disfrutaba de una prosperidad sin precedentes y seguía recibiendo millones de inmigrantes principalmente de Italia, España y Francia.

Los lugares dedicados al tango se multiplicaban tanto en el centro como en los barrios y la gente se amontonaba en bares, cafés, cines y teatros para escuchar a sus orquestas preferidas. Para bailar iban a los dancings o salones de bailes más elegantes y también iban a los cabarets.

A diferencia de París, donde la sociedad estaba netamente dividida y se bailaba entre personas de una misma clase social, en Buenos Aires desaparecían las diferencias sociales en las pistas de baile. Los hombres de la alta sociedad y los ricos bailaban con mujeres de orígen humilde que, gracias a su talento, se convertían en encantadoras bailarinas de cabarets.

Letras de muchos tangos como “Milonguita” nos hablan de ese tipo de situaciones.
Tania, la compañera de toda la vida de E. S. Discépolo, recuerda esas situaciones donde el caballero cortejaba por varios días a la milonguera hasta la culminación de la aventura y no era raro que uno de ellos ofreciera una estancia por regalo a la mujer del cabaret.

A pesar del ascenso social, el tango no dejó de estar ligado a los cabarets. El hombre que quisiera bailar con las prostitutas más deseables debía ser un buen bailarín, entonces practicaban entre ellos y competían con gran rivalidad. La destreza en el baile se había constituido en sinónimo de masculinidad. La danza era el preludio de la relación sexual que se daba después de más o menos 3 piezas y en los prostíbulos más elegantes contrataban un trío o un cuarteto en tanto que los mas modestos se arreglaban con una pianola.

En 1920 tuvo lugar un gran desarrollo musical tanto en lo estético y como en lo técnico. Por entonces el Pte. Marcelo T. De Alvear apoyaba con gran entusiasmo al tango y había una búsqueda por el avance social del género por parte de los músicos.