EN LA ALTA SOCIEDAD

El orillero y la aristocracia se oponían en origen y costumbreS, pero el orillero constituía una creciente fuerza productiva que pronto comenzaría a reclamar sus derechos. Era lo gringo que se oponía a la aristocracia impoluta.
El tango era producto lumpen, no nacional, híbrido Y gringo, que además llevaba la carga de los lugares malditos en donde había nacido.


El aristócrata tenía un costado oscuro, una doble vida que no se mezclaba. Una vida social y un lado oscuro. En esa parte oculta se relacionaba con el tango.

Por otra parte, la creciente clase orillera, radical es liderada por Irigoyen, y la burguesía no terrateniente buscaba tener participación en el gobierno empezando así la lucha de clases. A modo de solución por permanecer, la oligarquía dominante acuerda, en 1912, la ley de sufragio universal.

Así la cultura orillera se va abriendo paso en la sociedad. Al mismo tiempo que el orillero se va civilizando y el baile fue perdiendo su original coreografía sexográfica en tanto conservó la forma estructural convirtiéndola en un fenómeno estético. Empezó a practicarse en público a codición de que se evitaran los cortes y las quebradas. Se evita la postura de “furca”, y obras como “Ojos negros” son compuestas como réquiem al tango maldito.

Los jóvenes de la oligarquía habían traído la idea del cabaret de París en tanto que dejaban allí el baile porteño.

Aparece así el Cabaret, como la institución típica originada en este período y los prostíbulos, academias y cafés se fueron quedando sin músicos, ya que optaban por actuar en mejores lugares donde la paga era mejor también. Esta se constituye en la versión ceremonial y pública del antiguo burdel.

Así el Tango avanzó hacia el centro y comenzó a ser bailado con entusiasmo por los jóvenes de la oligarquía, no solo en burdeles de categoría sino en opulentos salones como el Armenonville de Palermo inaugurado en 1912, nada menos que por Vicente Greco, y que fue precursor de los lujosos cabarets de los años 20.
De todos modos el Tango seguía siendo resistido por la alta sociedad porteña hasta que sucede algo inesperado.

En 1913/4 el tango llega a las pistas de baile de París y Londres y es bailado por la alta sociedad, la misma alta sociedad que la elite argentina admiraba, respetabay tenía por modelo. Por supuesto que se había ido modificando y, aunque seguía siendo atrevido para esa sociedad, tenía poco de la ferocidad inicial.

Esto provocó un cambio de actitud en Buenos Aires, algunos adeptos que siempre había tenido el tango tomaron la iniciativa y, en 1912, el Barón De Marchi, yerno del Pte. Julio A. Roca, organizó en el Palais de Glace una noche de tango y setiembre de 1913, en el teatro Palace de la calle Corrientes, organizó un festival de tango que duró 3 días.

A partir de entonces el Tango se introdujo en las fastuosas fiestas que se realizaban en las mansiones. Canaro recordaba que la primera vez que tuvo que actuar en uno de esos lugares le hicieron muchas recomendaciones sobre el comportamiento de él y de sus músicos, en cuanto a que no se emborracharan, no miraran en forma insinuante a las jóvenes, etc. y los músicos en sus incómodos fracs se portaron tan bien que fueron recomendados entre las familias acomodadas para su contratación.
A mediados de la década de 1910 los directores de orquesta F. Canaro y R. Firpo hicieron una vital innovación en la formación instrumental, tomando el sexteto de Vicente Greco de 1911, 2 bandoneones, 2 violines, 1 piano y 1 flauta, sustituyen la flauta por el contrabajo logrando en la orquesta ese característico sonido profundo y agudo.

El repertorio creció con mucha rapidez , sin embargo se puede destacar un tema escrito en 1917 por el joven estudiante uruguayo Gerardo Hernán Matos Firpo, como marcha para la federación de estudiantes que integraba y que al descubrir que fácilmente podría convertirse en tango llevó la partitura a Roberto Firpo y con algunos arreglos surge “La Cumparsita”, el tango más famoso de todos los tiempos.