En 1914 estalla la guerra y el éxodo sudamericano se aceleró durante la invasión alemana a Francia.
Eduardo Arolas compuso “El Marne” durante la gran batalla defensiva en la cual Marshall Joffre trataba de contraatacar para recuperar el Marne.
Los horrores de la guerra requerían de febriles diversiones. Los jóvenes olvidaban por un momento las trincheras en el cabaret o en el dancing bailando con mujeres que sabían que quizá nunca volverían a verlos.
En 1920 la vida había vuelto a la normalidad y un nuevo furor por la danza arrasó en París.
Los salones de baile eran concurridos tanto de día como de noche y en los años siguientes multitudes de argentinos, más ricos que nunca, volvían a Francia. La Argentina tenía un gran superávit gracias a los millones de latas de carne que consumieron los ejércitos británicos y franceses.
Tanto en Francia como en Inglaterra hubo un renacimiento del tango. En París estaban las orquestas típicas de Canaro, Fresedo y los hermanos Pizarro, amigos de Gardel. Se promulga una ley que obligaba a los músicos extranjeros a vestirse con sus trajes tradicionales para tocar en París, razón por la cual se disfrazaron de gaucho, y vistieron holgadas bombachas. Esto era aprovechado por los dueños de los salones bailables que exigían en sus contratos que los músicos salieran de sus casas vestidos de ese modo como publicidad, para llamar la atención todo lo posible.